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La historia a menudo aborda el devenir del mundo a través de la noción de ciclos, donde las civilizaciones experimentan un continuo fluir de nacimiento, desarrollo, apogeo y declive. Observamos que la historia humana está marcada por patrones recurrentes, manifestando la naturaleza cíclica de los eventos. Para comprender este fenómeno, podemos recurrir a la idea de la eterna recurrencia, un concepto que sugiere que los eventos y situaciones se repiten infinitamente en un ciclo interminable.
En esta visión, las eras representan fases cruciales en la evolución del mundo y de la humanidad. Cada era lleva consigo la promesa de una renovación, un momento de transición que brinda la posibilidad de una gran transformación y regeneración. Estos puntos críticos son, en esencia, oportunidades para la especie humana de replantearse cosas, aprender de los errores del pasado y avanzar hacia un futuro potencialmente más prometedor.
En estos momentos cruciales, según la filosofía de los Guerreros Orlados, siempre ha surgido la figura del enviado o avatar. Estos seres extraordinarios son concebidos como portadores de un designio divino, encargados de guiar a la humanidad en su tránsito a través de la transición.
Así ha sido durante los ciclos anteriores al nuestro, ya que aquellos tiempos requerían de un tipo específico de solución, que se daba perfectamente con el surgimiento del enviado o avatar.
Sin embargo, nuestro Creador, hacedor de todas las cosas en el universo, hubo forjado un plan especial y trascendente para el final de los tiempos humanos, con el fin de conseguir que el oponente no pudiese anticipar la estrategia definitiva, para la batalla de los días finales.
¿Cuál ha sido este plan, y por qué es diferente a lo ocurrido anteriormente?
La diferencia más relevante, que hace único a este plan de batalla final, es que el Creador en lugar de enviar a un solo ser con la misión de despertar la chispa evolutiva de la raza humana, envió a un ejército, a una miríada de Guerreros Celestiales para que encarnaran en la tierra, y fuesen así una fuerza de choque contra el enemigo que es la Oscuridad.
Uno de los primeros seres enviados para preparar la misión, lleva por nombre Mikhael, y es el general de los ejércitos angélicos terrenales llamados Ángeles Planetarios (AP).
Su presencia como iniciador del trabajo se interpreta como una respuesta a la necesidad de restaurar el equilibrio y ofrecer una dirección espiritual en medio de la incertidumbre. Siendo así que luego de su llegada, este comenzó a supervisar el proceso de encarnación de los Guerreros Celestiales provenientes del mundo espiritual, para anclarse temporalmente en el mundo terrenal.
Es entonces que todos estos AP enviados a la tierra, pueden manifestarse de diversas formas: líderes visionarios, filósofos iluminados, o incluso figuras con poderes místicos. También pueden ser personas humildes, maestros, sacerdotes, trabajadores, artistas, médicos, madres, padres, hermanos. No importa el lugar que ocupen, están allí para observar tanto de la bondad como de la maldad humanas, es decir que son testigos del comportamiento de los seres en este planeta, antes del tiempo definitivo.
Por eso la aparición de estos enviados se considera una manifestación del principio trascendental que impulsa la evolución del mundo. Su presencia encarna la idea de que, en los momentos de cambio de era, existe una fuerza superior que interviene para orientar a la humanidad hacia su salvación.
Estos seres excepcionales se convierten en faros de sabiduría y guía, desempeñando un papel crucial en la transición entre una era que llega a su fin y una nueva que está por emerger.
La Orden de los Guerreros Orlados es entonces el cuartel metafísico, físico y moral, en el que los AP se congregan, como también los Creyentes o Amigos de los ideales de luz de esta obra, para organizarse y coordinarse para llevar adelante las estrategias de este combate o batalla espiritual.
Así la historia se revela como un tejido de ciclos infinitos, marcados por puntos de inflexión donde la intervención divina se manifiesta, y esta vez será a través de enviados que ayuden a la humanidad a trascender sus limitaciones y alcanzar una nueva etapa de evolución y comprensión.
Esta nueva etapa que comienza con la llegada de los AP será conocida como “La Regeneración”.
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